La primera vez que pasé un tiempo en el extranjero fue en 2006. Me dieron una beca para estudiar un mes en el extranjero, más específicamente en Irlanda. Yo siempre había viajado mucho con mis padres, pero como ellos no saben idiomas nos habíamos centrado en descubrir los recovecos de España, así que esa fue la primera vez que sobrepasé (o más bien sobrevolé) la frontera de España. En Irlanda no solo aprendí a mejorar mi inglés (ahora vienen los comentarios jocosos de «¿inglés en irlanda?«) sino también a aceptar cosas que hasta entonces me parecían que carecían de sentido.
Lo que más me gusta de viajar y vivir en países extranjeros es descubrir situaciones que a ti te parecen ilógicas, pero a ese país, a esa cultura, le parecen lógicas. Por eso mismo es tan importante que alguien que va a ser mediador cultural no solo sepa un idioma, sino que también sepa todo el trasfondo racional de la gente que habla dicho idioma (sí, ahora está hablando la Inés traductora).
Por ejemplo, en los metros de Alemania no hay barreras que te permitan acceso a las vías al ticar, sino que ya dan por supuesto que ticarás por tu cuenta. Al igual que a mí, como española, me parece sorprendente esa confianza en la sociedad, a un alemán le parece sorprendente que alguien no la pueda tener o que no pague esos impuestos que se invertirán en su bienestar.
También hay otras lógicas que son mucho más complicas de aceptar, lógicas que nacen de la irracionalidad de un antojo de alguien con el poder suficiente para influir. O lógicas ocultas para la persona corriente y que llevan acuerdos que no convienen que salgan a la luz. Estas lógicas igualmente existen, igual que existe un porque sí de alguien, pero a mayor escala.
Soy una persona que se enfrasca mucho en comprender el hilo argumental de muchos hechos. Me encanta saber qué motivos llevaron a tomar una decisión. Es por eso que me enamora saber por qué en un país existen ciertas situaciones que, para mí, son incongruencias. Pero, no obstante, muchas veces nos queda simplemente aceptar que las cosas son así porque sí, por cultura, o por una razón que jamás llegaremos a comprender. Es entonces cuando tu percepción del mundo y capacidad de aceptar las cosas se agranda y, en lugar de cegarte, amplías tu nivel de aceptación de lo diferente y hasta puede que algún día le des un uso. Pero también, sed conscientes de que no todo en esta vida tiene una razón ilógica y sobre todo, habrá muchas más razones que tengan una explicación lógica diferente a la vuestra. Además, es mucho más fácil aceptar que algo sea diferente a lo que a uno no le gusta, a que algo sea diferente a lo más lógico que a uno le parece.
¿Qué es lo más ilógico que os habéis encontrado alguna vez? ¿lo llegasteis a comprender?
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