Éramos un trampantojo
de objetos rotos y gotas de lluvia
mezclados con el recuerdo.
En aquel pueblo chico,
en aquella casa,
habita y habitó la soledad
pero tú te empeñabas en ver la alegría
en la cara arrugada de la nostalgia,
en los paisajes nublados de las ventanas
donde habita y habitó la soledad.
Éramos un trampantojo
de cualquier cosa menos de vida
donde tú,
con tu verdad subjetiva,
pintabas de colores los lienzos negros,
las sábanas grises,
las sillas rotas,
tu proyecto de pasado,
tu recuerdo de futuro.
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