-A ver, cálmate, relax, tómate esto -le ofreció una taza con dos bolsitas de tila y miel en el fondo-, ¿por qué estás así? ¿qué te pasa?
-Que te quiero -se atrevió a decir mirándola.
Laia seguía ofreciéndole la taza con los brazos extendidos haciendo de punto medio entre las dos personas.
-Pero… ¿cómo que me quieres?
-Pues sí, que te quiero, copón.
-Pero…
-Pero, ¿qué? -miró al suelo, le apartó la mirada por primera vez desde la declaración cortando el hilo de tensión.
-Pero somos amigas.
-Ya, ¿y qué diferencia hay entre amigas o amantes?
-El sexo…
-¿El sexo? -la cortó antes de que terminase-, pero si follamos.
-Ya… -seguía ofreciéndole la tila, se retractó, y le dio un sorbo-, pero…
-Para mí también era un juego al principio, ¿te acuerdas de cuando decidimos hacerlo por primera vez para probar cosas antes de que yo me liase con Quique?
-Ese era el trato…
-Bueno, luego descubrí que Quique no eras tú. Y que no me reía con él y que no se corría en voz alta, ¡te puedes creer que no hizo ningún sonido? -Laia le dio otro sorbo, ¿qué le estaba diciendo su amiga? ¿qué se suponía que pasaba ahora?- no me gustó. Y no por él, por…
-Pero, tú me dijiste que te gustaba, que lo querías, ¿qué pasa ahora?
-Pues que te quiero.
-¿Eres bollera?
-Soy Martina -Laia miraba las bolsas de tila que aun tocaban el caldo, y la miel al fondo, que no se había diluido.
-Ya.
-¿Qué te pasa? mírame al menos, esto es un marrón para mí -Laia la calló con un beso largo, húmedo y soltando todos los sentimientos que había retenido cuando su amiga le dijo que le gustaba Quique y no ella. Con todos los sentimientos que había aplacado cada vez que le proponía hacer el amor por diversión o para aliviar la inseguridad de su amiga sobre su sexo. Con todos y cada uno de sus sentimientos por ella a flor de piel-. ¿qué…?
-Calla. Otro día te lo cuento.
Palabra: relax
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